lunes, 26 de enero de 2009

La ley de Murphy

Supongo que, como yo, más de uno habla de la Ley de Murphy como si la conociese como el barrio en el que nació, sin embargo supongo que muchos no saben de dónde viene. Yo acabo de enterarme por el messenger, hablando con Stf.

Antes de nada, importante conocer quién es él. Edward A. Murphy Jr., fue un Ingeniero aeroespacial, vivió hasta 1990. Comandante en la II Guerra Mundial, desde 1947 fue investigador del Instituto de Tecnología de las Fuerzas Aéreas de EEUU. Trabajó en el proyecto Apolo.


Vale, ahora que ya sabemos quién era Murphy, una pequeña historia que explica de dónde sale la famosa ley ;-)

En 1949 el Ejército americano presenta el proyecto MX981 (trineos de alta velocidad impulsados por cohetes). El capitán John Stapp celebra que durante el experimento no hubiera daños mayores gracias a la dedicación del mayor Edward Aloysius Murphy, ingeniero militar a cargo del experimento: «Hemos llevado a cabo todo nuestro trabajo atendiendo a la ley de Murphy». Los periodistas tosen: «¿Ley de...». «Sí, sí», responde Stapp, la que exige «revisar todas las posibilidades, pues cuando algo puede salir mal, saldrá mal».

Parece que durante las pruebas, un asistente de Murphy colocó en el chimpancé usado como cobaya todos los sensores de forma incorrecta. Cabreado, el ingeniero comentó: «Si hay más de una forma de hacer un trabajo y una de ellas culminara en desastre, él (por su asistente) lo hará así». Stapp, cobaya del experimento, anotó la frase.

Más allá de consideraciones populares, que convirtieron la Ley de Murphy en estandarte del pesimismo, ha sido básica en diversos campos. Sirve para taponar hemorragias antes de que manen, o en lenguaje científico, para diseñar de forma «defensiva», esto es, atendiendo al hecho de que si un objeto permite un uso erróneo, tarde o temprano alguien lo llevará a cabo.

Ajeno o no a la fama derivada de su ley, Murphy trabajó en el desarrollo del SR-71 Blackbird y el avión/cohete X-15. Piloto concienzudo, tras la II Guerra Mundial diseñó proyectos de aviación militar. Stapp, que puso su vida al límite en numerosos experimentos, está a punto de cumplir 90 años. Tiene problemas oculares crónicos causados por las velocidades supersónicas.

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